Acogedor acoso

Pintadas tras el suicidio de una adolescente acosada

“Son cosas de niños” podría haber dicho el equipo directivo del colegio Las Irlandesas de Loreto Sevilla ante al acoso que sufrió Sandra Peña Villar por tres compañeras suyas, culminando su actuación con el suicidio de la niña de catorce años acosada. Así es, hay niños y niñas que golpean, empujan, patean, robar, insultan, se burlan, usan apodos crueles, difunden rumores falsos, amenazan, excluyen, discriminan, chantajean o desprecian. Si algunas de estas conductas se realizan por un grupo frente a un individuo prolongándose en el tiempo y con la intención de causarle un daño, estamos ante un delito de acoso. Hay niños que, si acosan a través de redes sociales, consideran que inmediatamente asciende su cociente intelectual. Y esto es así porque alguien les ha enseñado que la maldad es una forma de inteligencia.

Generalmente, las burlas e insultos las realizan en grupo porque reírse de alguien a solas es aburrido, insultar a solas no tiene gracia y la discriminación en los juegos tampoco es divertida. Por todo ello, es requisito indispensable que las conductas de bullying se realicen en un grupo. El grupo arropa, protege e incentiva, tres factores que consiguen que el niño o niña acosador se retroalimente de la conducta de los otros miembros del grupo. Se produce así la escalada de normalización de conductas agresivas.  Los niños acosadores a quienes no les han dicho que no hay que acosar, crecen. Y cuando crecen se convierten en individuos que actúan en piara.

Por su parte, los niños acosadores también son víctimas de quien no los educa. A través de estos niños se entrevé una cadena de violencia habitual que no se sabe cuándo empezó y que es difícil romper. El grupo es tan acogedor…Cada insulto, reproche, amenaza o coacción de un acosador no es más que una confesión de cómo se siente consigo mismo. Sabido es que toda acusación conlleva la confesión de quien acusa porque el acusador y juzgador está emitiendo su propio reflejo. El acosador se siente minúsculo y ridículo y hará cuanto sea necesario para demostrar que tiene poder sobre otro. El acosador utiliza a su víctima como pedestal para ganar estatura. Solo si está encima de alguien, oprimiéndolo, se siente valioso. Un acosador es como un vampiro que necesita lo bueno de cualquier otro individuo para apropiárselo y ganar poder. Quizá los niños que acosan necesitan aprender que no necesitan subirse sobre otra persona para ser importantes. Para enseñar la nobleza primero hay que ser noble y para enseñar la honestidad hay que ser honesto. Urge enseñar que no es conveniente traicionarse a uno mismo solo por pertenecer a un grupo. Puede que cuando varios niños se unen para humillar a otro sea porque han aprendido la humillación o que, sin haberla aprendido, disfruten vejando a otro individuo. No hay que dejar crecer la admiración por la maldad que sienten los niños que practican bullying: después crecen.