viernes. 29.03.2024

Armonía o paraíso

Artículo escrito por Julio García-Casarrubios

Algunos quieren mezclar conceptos con el fin de confundir en lugar de aclarar. El debate político debe conducirse por el camino del análisis, confrontación de ideas y aclarar posiciones. Cuando, en cambio, se confunden los conceptos, con la intención contraria a posiciones claras, es que los motivos van por otros derroteros que los que se confiesan. Hablando claro, confunden para engañarnos.

Armonizar la política fiscal para igualar a todos los ciudadanos en derechos y deberes, no es atacar a una comunidad. Si cuando el Gobierno habla de armonizar la fiscalidad entre comunidades, una comunidad se pone la venda, y se considera atacada es que no ha entendido el debate, o lo que es peor: Adopta esa postura porque teme que se le acabe el chollo del que disfruta; quiere mostrarnos con todo cinismo, que se les ataca como enemigo político. Pero no es verdad. La armonía fiscal tiene como finalidad evitar que se produzcan paraísos fiscales. Lo vemos todos los días en el mundo entero. Las diferencias de criterios fiscales conducen con toda claridad a unos privilegios que benefician a unos y perjudican a otros muchos.

Hablamos, con toda razón, de que el independentismo catalán conduce a romper España. Es verdad. Pero también rompen España, quienes se deslizan, de forma un tanto sibilina, hacia la implantación, de un “paraíso fiscal”. Sí. Madrid, lleva mucho tiempo por esas andanzas, y la actual presidenta no lo va a abandonar. Está muy claro. No se trata de bajar los impuestos, -como dicen- por criterios ideológicos y ser capaces de hacer una buena gestión con lo recaudado. Falso.

Un paraíso fiscal es otra cosa. Se quitan, o se rebajan, ciertos impuestos para que acudan como moscas a tributar allí las grandes fortunas, evadiendo impuestos, y perjudicando gravemente a las comunidades de procedencia de esas fortunas. “Que lo hagan también los otros” dicen los defensores de esta estrategia. No pueden. Solo lo puede hacer Madrid que tiene una base recaudatoria muy fuerte como consecuencia de su capitalidad. Y si no hay para servicios básicos, se privatizan. Todo un círculo perfecto para los negocios, la corrupción y las desigualdades. Por todo ello hay que “armonizar la fiscalidad” entre comunidades para evitar que alguna se convierta en “Paraiso fiscal”. No disimulen con eso de la “fobia a Madrid”.

Armonía o paraíso