Se habla mucho en estos tiempos de crispación y polarización, del “espíritu de la Transición” Sí. Es necesario un debate sosegado y profundo del fenómeno de mayor trascendencia en la historia de España. Un debate, acompañado de estudio, análisis y mucha pedagogía. Pero chocamos siempre con lo mismo: la falta de rigor, los puntos de vista interesados, la intención de manipular la realidad; y lo que es peor tratar de olvidar, de decir que eso ya pasó a la historia, o que eso no interesa ahora. Falso. El pasado siempre interesa para comprender el presente y forjar el futuro.
Un asunto del que los historiadores han hablado mucho, es, de cuándo termina la Transición. Termina con Adolfo Suárez, con el golpe de Estado, con Leopoldo Calvo Sotelo, o con los gobiernos de Felipe González. ¿Cuándo puede darse por finalizada la Transición? Parece que no hay acuerdo. Lo que parecer estar más claro, y es muy subjetivo, es que el hecho de que un partido de izquierdas, un partido socialista, gobernara España, sin estridencias, sin rupturas, y con normalidad y éxitos de todo tipo, imprime a la Transición, de una dictadura a una democracia, un carácter de normalidad y estabilidad que nunca había tenido España.
Este hecho, no puede obviarse a la hora de analizar el felipismo. Felipe González, secretario general del Partido Socialista Obrero Español gobernó durante 14 años. Su mandato estuvo pletórico de éxitos, reconocidos dentro y fuera de España. España se incorpora a la civilización de Occidente, se integra en Europa, cambia una economía cerrada por otra abierta y acorde a los tiempos del momento, se dota a la sociedad de los derechos y libertades que ya existían en los países desarrollados. El cambio fue tan brutal que todos pensábamos que había felipismo para rato. Pero no fue así. Aparecen dos nuevas connotaciones: la corrupción y una oposición desleal.
Dos connotaciones, que permanecerán en el tiempo. Así pues, el felipismo significa la consolidación de la Transición a una democracia que llevamos disfrutando cincuenta años, y que nos ha dado paz, libertad y avances sociales como nunca. Pero también introdujo algo que iba a permanecer: la corrupción y una forma de hacer oposición, que se iba a repetir siempre que hubiera gobiernos progresistas en el poder. De Ahí que se haga necesario dedicar un próximo capítulo al fin del felipismo. Un felipismo que algunos albergaron el temor de que durara más que el franquismo.
http://juliocasarrubios.blogspot.com
