miércoles. 26.11.2025

El republicanismo

La idea del republicanismo en España no ha dejado de mantenerse viva en la mente sociológica de los españoles. Más o menos tergiversada -más que menos-, todos hablamos de la II República. Unos recordándola con nostalgia y otros con una clara intención de denigrarla. Siempre viva la idea del republicanismo, aunque apagada, en cierto modo, porque, quizá hoy no creemos en la necesidad de hablar de un cambio hacia la democracia, porque la democracia ya la tenemos. La República se instauró con una clara intención de acabar con la Monarquía absolutista.

La Segunda República española fue el primer proyecto real de instaurar un sistema democrático en España, con sufragio universal, enseñanza pública obligatoria y gratuita y libertad de expresión, culto y asociación. Significó la ruptura con la vieja arquitectura política que llevaba siglos lastrando al país, y que ni la Restauración ni el gobierno de Alfonso XIII supieron regenerar. Supuso también un intento serio de acabar con el grave problema histórico del latifundismo que subyugaba a más de dos millones de campesinos a las órdenes de los propietarios de las tierras, sin apenas derechos y en condiciones miserables.

Con sus errores, el espíritu que condujo a la instauración de una República fue entre otros acabar con el analfabetismo. La política republicana se propuso combatir el analfabetismo con una importante reforma de la enseñanza y la creación de cerca de 10.000 escuelas; modernizar el Ejército; acometer progresos legislativos como la Ley de Divorcio; y establecer un Estado laico que delimitara claramente la relación entre el poder político y la Iglesia y sus competencias. La Constitución de 1931 dispuso la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la descentralización territorial y el reconocimiento de la soberanía popular.

Pero el intento republicano de convertir a España en una democracia avanzada de corte occidental, que los países de nuestro entorno ya lo habían hecho desde la Revolución Francesa, fue cortado de raíz con un Golpe de Estado encabezado por el general Franco. Respetando todas las interpretaciones y las opciones políticas, debe quedar muy claro, que la II República no fue una movida de las malvadas izquierdas para romper España, sino un intento serio de izquierdas y de derechas con el honesto propósito de democratizar y modernizar el país.

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