Con una mañana que despertó fría y lluviosa, y que tímidamente se fue abriendo para dar paso a un cálido sol de noviembre, ayer domingo, día de la conmemoración de todos los difuntos, se celebró la tradicional misa en el cementerio municipal. La Eucaristía, presidida este año por el párroco de Santa María Magdalena, Vicente Díaz-Pintado Moraleda, contó con la presencia de más de trescientas personas que, en un ambiente de silencio y recogimiento emotivo, siguió este acto de recuerdo y homenaje a todos los difuntos. Un acto que, según se había anunciado, contó con la presencia de la imagen del Santísimo Cristo del Amor y de las Almas, con sede en esta parroquia valdepeñera.
Con un silencio estremecedor, roto sólo por el solemne canto polifónico “Anima Christi”, la imagen del Cristo entró silente y pausada recorriendo las lápidas donde reposan las almas de los difuntos y ser colocado para presidir la Eucaristía. Al finalizar, el Santísimo Cristo fue puesto sobre las andas para ser trasladado a su templo parroquial. Más de ciento cincuenta personas arroparon al Cristo en su caminar mientras se fue rezando el santo rosario por nuestros difuntos.
Según la Junta directiva, muestran su satisfacción por lo entrañable y emotivo que ha resultado el acto en este año Jubilar de la Esperanza, y hacen un balance muy positivo ante la respuesta de acogida que ha tenido por parte de la ciudadanía. Una mañana, resaltan, llena de emoción, consuelo y encuentro entrañable.
            
            
              