lunes. 29.04.2024

Expedición: ahondar al vacío

Mientras se  atusa las patillas, el reportero, que está haciendo un reportaje a pie de calle, en los años setenta, pregunta a un ciudadano: “Caballero, ¿dónde iría usted si pudiera realizar la expedición más rara que pueda imaginar? El ciudadano dice “Me iría con mi chica a África, a un safari donde me enseñaran leones y elefantes y un atardecer de esos que enseñan en los documentales” Otro ciudadano manifiesta que su sueño es ir a Laponia a ver la aurora boreal, y otro que él se iría a ver momias a Egipto. “Y usted, señora, ¿dónde iría en su expedición particular?, tenga en cuenta que se va con los niños…” el locutor dicharachero no le ha encasquetado los niños al de los leones, ni al de  Laponia, ni al de las momias. “Me iría a la Manga del Mar Menor con mi familia. Sí, a la Manga” Hala Maricarmen, a freír pescado para once durante quince días. “A ver señora, imagine que puede ir donde quiera, ¡dónde quiera!” Pero esta señora no sabe aún que puede querer cosas, ni que puede imaginar. La doma es tan eficiente que solo se imagina en el Mar Menor.

Trasladada la unidad móvil de la tele a un pueblo de Asturias, el locutorinterpela a un paisano: “Imagine que puede realizar la expedición más extraña que jamás se haya visto, ¿dónde iría?” Cuando el paisano dice que se va a Cuba el locutor ríe por tan inopinada respuesta: “Y ¿qué pintaría usted en Cuba?, ¿qué se la ha perdido a usted allí?” El asturiano, que aún no entiende que haya que posar cuando le graban con una cámara, responde serio y respetuoso: “Mi familia, se me ha perdido mi familia. Mis hermanos se fueron allí hace veinte años y aún no han vuelto. Con Dios” El locutor entiende y le da tanta vergüenza que se le han puesto lacias las patillas. Así que decide regresar al barrio de Vallecas a continuar el reportaje.En esta ocasión pregunta a un joven delgadísimo y con ojeras de quien se duda si va o viene de atracar el estanco de Emma Penella y, preguntado por el locutor responde: “¿Expedición?, te voy a contar yo lo que es una buena expedición. Verás, Yo cogería a mi vieja y me iría al hotel más caro de todo Madrid. La compraría las faldas más bonitas del mundo y cenaríamos todo lo que no podamos comprar nunca más. Y, después le diría al hombre más `estirao´ que hubiera allí que bailara con ella y le dijera `guapa´ con mucho afecto, sin que mi vieja se diera cuenta del trato que tendríamos entre él y yo. ¡Eso es una expedición!”Su `vieja´ Maricarmen, la que se solo soñaba con irse a la Manga, habría estado encantada de la expedición que le había pensado su hijo.

A todos ellos les pregunta el locutor de las patillas gráciles: “Y, ¿no pensaría usted  en irse, por ejemplo, en un submarino de cinco metros de largo a ver los restos del Titánic a cinco kilómetros de hondo?”, y es entonces cuando todos los entrevistados se marchan sin contestar. Porque, por unos u otros motivos, ninguno perdería tiempo en viajar y en ahondar en el más oscuro vacío.

Expedición: ahondar al vacío