Sí. Es la antipolítica. Es todo, menos política. La corrupción se ha extendido tanto en los últimos tiempos que ha desplazado a la política. Ha ido creciendo en cantidad y han ido apareciendo nuevas modalidades; a cual más fea. La corrupción siempre la hemos entendido como mordidas a cambio de adjudicación de obra pública. Creíamos que eso era lo más grave que se podía concebir en la vida pública. Se llenaron bolsillos y se financiaron partidos. Muy grave. Era, ha sido, una mancha para la democracia. Cundió la preocupación en ciertos sectores que lo veían pasar.
Ingenuos. Esa corrupción iba a quedar anticuada. Para sorpresa de muchos, apareció una nueva modalidad de la corrupción. Desde instituciones del Estado, empleando organismos públicos y dinero público, se espiaba a adversarios políticos, fabricando pruebas falsas para extorsionar o simplemente para guardar por si algún día se hacía necesario desacreditar a políticos de otros partidos. Se iba ganando terreno en el campo de la corrupción. Se iban experimentando nuevos modelos que ya pensábamos como el colmo de la gravedad.
No señores. No era tampoco la más grave. La ciudadanía se ha visto sorprendida por nuevos y más avanzados modelos de corruptela. Ahora nos hemos enterado que se cobraban espectaculares cantidades para que, quien tuviera poder de hacerlo, cambiara leyes y normas que beneficiaran a privilegiados, menguando sus impuestos de manera considerable. Ya no voy a decir que es la más grave. Quién sabe lo que nos espera ver. Las sorpresas han sido guardadas en el baúl de los recuerdos.
Pero lo peor de todo esto, que ya es grave, es que ha ocupado el espacio del debate político. La antipolítica ha desplazado a la política. Los líderes hablan más de acusar al otro, y no hablan de los problemas de los ciudadanos. Todas estas corruptelas, ¿hay que ponerlas encima de la mesa? sí; pero sin olvidar para qué están los políticos. Tienen la obligación de hablar del crecimiento económico, de los salarios, de las pensiones, de los avances laborales, de lo público y lo privado, de los impuestos, de la defensa, de las relaciones internacionales, de las tensiones entre territorios. Elegimos a los políticos para que trabajen en los problemas que vayan surgiendo; de todos, también de erradicar la corrupción.
