Parece que no. El presidente del Gobierno tiene la impresión de que se ha avanzado; y sobre todo, que ha sido mucho menos tensa de lo que se esperaba. Claro, es comprensible. Pedro Sánchez acostumbrado a las sesiones de control en el Congreso de los Diputados, ha debido sentirlo como un respiro. Bueno. Nos conformaremos con eso. La verdad es que hablar durante cinco horas, de manera civilizada, sin tener enfrente quien le llame “traidor y miserable”, ya es un avance. Yo diría, un pobre avance. No han llegado a ningún acuerdo sobre los cuatro grandes temas planteados, pero han quedado emplazados a seguir hablando, que no es poco.
Han acordado celebrar en enero, una Conferencia de Política Fiscal y Financiera, en Barcelona. Una magnífica idea, después de que hayamos visto, por primera vez en muchos años la presencia del President de la Generalitat Catalana, sentado con todos los presidentes autonómicos. Es, afortunadamente, un claro síntoma de que por fin haya normalidad en las relaciones de Cataluña con España. Ya era hora, y “su trabajo ha costado”: Mucho diálogo y tolerancia.
Por parte de Cataluña, han empezado a ser mayoría los que desean, respetando sus diferencias, una relación de convivencia normal. Y por debajo del Ebro, que cada vez vayan siendo menos los que han basado siempre su españolismo de bandera en el enfrentamiento. Lo vamos a ver en la Conferencia Fiscal y Financiera. Es normal que, tocante al reparto de los dineros, todo el mundo quiera barrer para su casa. Pero hay otro problema añadido: Que más que el dinero, a algunos les importe que “Sánchez quiera favorecer a los independentistas para permanecer en la Moncloa”.
La conferencia no será fallida, si este viernes, día 13 de diciembre ha sido el punto de arranque para seguir hablando, debatiendo y, llegando a acuerdos sobre vivienda, migración, financiación. Que se hable de eso, y se abandone el ambiente tóxico que ha inundado la política. Será un éxito de la Conferencia que se hable de los temas propuestos, y se llegue a acuerdos. Será un éxito para España, y una consolidación del Estado de las Autonomías, que necesita una revisión permanente para que siga vivo el espíritu que los españoles nos dimos en la Constitución. Falta por ver si todos están dispuestos a centrarse en esa tarea, o a seguir contra el malvado Sánchez.