viernes. 19.04.2024
Gonzalo Moya junto a su camión
Gonzalo Moya junto a su camión

Los efectos de la borrasca ‘Filomena’ se han dejado notar en las carreteras españolas, especialmente en las de Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid. Las imágenes de coches varados sobre el asfalto se han hecho virales. En algunos casos se trataba de vehículos que habían salido sin necesidad, ayudando al colapso vial. No es el caso de los transportistas, cuyo trabajo se ha visto alterado de manera importante. Algunos de ellos son de la zona, como Gonzalo Moya, que es de La Solana y permaneció parado más de dos días enteros en un área de servicio cercana a Segovia, camino de Madrid.

El veterano camionero, que lleva 32 años como profesional del volante, se vio atrapado a mediodía del viernes en la localidad segoviana de Boceguillas, en el kilómetro 118 de la A-1. Venía de Burgos y la Guardia Civil le obligó a detenerse junto a otros colegas. Cientos de camiones fueron apartados en el área de servicio indicada por la Benemérita. En declaraciones a Radio Horizonte, ha explicado su odisea. “Cuando nos pararon ya sabía que íbamos para rato”. “Estaban echando sal, pero Tráfico no quería riesgos para subir el puerto de Somosierra”. Calcula que se reunieron unos 750 camiones. “Gracias a que había un par de restaurantes y pudimos comer, aunque el domingo se quedaron sin suministro”. Hasta el punto que Cruz Roja auxilió con bocadillos y algún caldo caliente.

Gonzalo permaneció más de dos días completos allí, con sus dos noches y en mitad de un tiempo infernal. Desde luego, es una situación incómoda por mucho que estés al abrigo de tu propio camión. Sobre todo cuando nunca has vivido algo así. “En mis treinta y dos años de camionero ha sido la primera vez que me ha pillado un temporal así”. “La experiencia no es nada agradable”. Y aun así da gracias, habida cuenta de que pudieron estacionar en un área preparada. “Teníamos donde poder comer, desayunar y asearnos, que es fundamental para nosotros”. “Se de muchos compañeros que no tenían esas comodidades y lo han pasado mucho peor”.

Son horas de tensa espera donde el temple juega un papel importante. “Los nervios no te valen de nada; cuanto peor lo lleves, peor vas a estar; hay que amoldarse y estar pendientes de las noticias”. Lo único positivo -asegura- es que la adversidad une. “Siempre haces amistad con unos y con otros y compartes las penas”.

Tras más de 50 horas detenido, a las 5,30 de la tarde del domingo pudo salir por indicación de la Guardia Civil. La odisea terminaba, aunque solo a medias. Quedaba un difícil trayecto hasta Madrid, y de ahí hasta La Solana. De hecho, Gonzalo nos atendió cuando buscaba la incorporación a la A-4 desde la M-50 y la situación seguía siendo complicada. “Hay una cola kilométrica por aquí, sobre todo de vehículos pesados”. “La nieve me llega a las ruedas y hay una buena capa de hielo; voy súper despacio”. Y es que el hielo es aún más temido que la nieve en sí. “El hielo y la niebla son nuestros peores enemigos en la carretera”. “Las placas son muy traicioneras porque piensas que tienes agarre y de pronto se te va el camión, y entonces rezas para que no te haga la tijera”.

Por fortuna, llegó sano y salvo. Eso sí, eran las 11 de la noche. Atrás quedaba una experiencia que, seguro, no olvidará. 

Gonzalo Moya, cincuenta horas varado por la nieve: "Nunca viví algo así"