Se sabe que el primer uso del azafrán pudo ser curativo, mucho antes que culinario. Este oro rojo de la cocina ha tenido en La Mancha una de sus mayores tierras de producción. Con aroma y sabor diferenciados, el azafrán manchego fue parte del sustento de miles de familias rurales en nuestra región, hasta finales de la década de los 80, cuando se contabilizaban hasta 80 toneladas de producción anuales. Resulta difícil de creer que esa cifra haya menguado hasta los apenas 500 kilos que se recogen en la actualidad. La causa, el abandono progresivo de este cultivo por la entrada masiva de azafrán mucho más barato y de inferior calidad, de países como Irán, India o Marruecos.
El productor del azafrán manchego recibe hoy por un kilo de producto, unos 4.500 euros más IVA. Los importadores de azafrán asiático o norteafricano pagan menos de 1.000 euros por la misma cantidad de especia. El consumidor que opta por azafrán autóctono paga en tiendas gourmet entre 12 y 15 euros por gramo.
El catedrático de Química Agrícola de la Universidad de Castilla-La Mancha, Gonzalo Luis Alonso, experto en azafrán, compartió ayer con los asistentes a la charla (por cierto, unos 50 en el salón de actos de la UNED de Valdepeñas y más de cien por internet) mucha de su sabiduría en esta materia. La conferencia fue una iniciativa de la asociación cultural para la divulgación histórica ORISOS y del grupo de ecoconsumo La Alegría de la Huerta Manchega.
El director del centro provincial de la UNED, Domingo Fernández, dejó constancia una vez más, del interés de esta universidad por abrirse a la sociedad a través del fomento de la cultura.
