viernes. 26.04.2024

Baldomero Merlo, vecino del barrio del Lucero, tiene 97 años y hasta hace solo dos, ha trabajado a diario en su huerta. Baldomero muestra un perfecto estado de salud, camina a diario hora y media y tiene buena memoria. Su dedicación al campo desde muy temprana edad y hasta cumplir los 95, le distingue como ejemplo de una larga vida de sacrificio, entregado a su huerta, a sus viñas y a su familia.

Baldomero Merlo Quintana, vecino de la calle San Blas, en pleno barrio del Lucero-San Blas, se jubiló hace más de treinta años, pero hasta hace solo dos, cuando contaba con 95 de edad, se ha levantado a diario para ir a trabajar en la huerta. Una labor que hoy es bastante más llevadera que cuando a muy temprana edad, empezó a trabajar en el campo, supliendo  a la maquinaria que habría de venir, con la propia fuerza y la de los animales de carga. Baldomero cuenta que comía solo una vez al día. En los años “del hambre”, las algarrobas eran uno de los alimentos más frecuentes.

Nacido en 1925, su vida ha sido la de tantos trabajadores de una agricultura esclavizante, sin horario ni fines de semana, en la que todo se realizaba a mano. Mucho sacrificio, bajo rendimiento y mera subsistencia. Con mucho esfuerzo y tesón por sacar adelante a su familia, logró hacerse, muy poco a poco, con 20.000 cepas, conjugando la viticultura con la huerta y la venta directa de la hortaliza, que ha mantenido hasta 2020 para unos pocos vecinos y amigos del barrio.

Descanso activo

Las limitaciones físicas por los muchos años le han impedido seguir yendo al campo. Baldomero disfruta del merecido descanso. Un descanso activo, porque a diario camina a buen paso durante hora y media y en los fines de semana se desplaza al centro de Valdepeñas a tomar el aperitivo.

Su hija Conchi, explica que aunque ha de estar pendiente de él, “por si acaso”, todo lo hace solo. Se viste y ducha solo, y sube y baja escaleras sin esfuerzo. Ve bien y solo se le ha endurecido un poco el oído.

Esquivó la Covid

No ha pasado por el coronavirus. “Ni Dios quiera”, dice entre sonrisas. Bromea añadiendo que tampoco se ha contagiado de la viruela del mono. Y es muy crítico con una juventud que, en su mayoría, pasa del vino y prefiere la cerveza o la coca cola. “Nos fuimos la familia de cumpleaños a la huerta y de veinte que estábamos, solo llevó vino Baldomero ‘el mellao’; que me dicen así”.

Su fuerte y clara voz, su buena forma y, sobre todo, su sentido del humor y sonrisa contagiosa son síntomas de una vida aún con años por delante. ¡Enhorabuena, Baldomero!

Baldomero Merlo, hortelano en activo hasta los 95 años