martes. 16.04.2024
Sara Gallego Bernabéu y Andrea Sabbatini Ramírez
Sara Gallego Bernabéu y Andrea Sabbatini Ramírez

Con el lema «la pluma contra la espada», La Rosa Blanca fue un grupo de resistencia contra el gobierno de la Alemania nazi. Este término hace referencia al Estado alemán entre 1933 y 1945 (el Tercer Reich), durante el gobierno del Partido Socialista Nacional Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei, abreviado NSDAP) y su máximo dirigente, Adolf Hitler. La ideología de este partido, el «socialismo nacional de los trabajadores» (abreviado como «nazismo»), era una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico hacia el marxismo bolchevique y la democracia liberal e incorporó el racismo ario-germánico, el antisemitismo y la eugenesia. 

El nazismo fue la principal causa de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más importante del siglo XX. Entre 1939 y 1945, Europa vivió el enfrentamiento de dos grandes alianzas: las «Potencias del Eje», con Alemania, Italia y Japón, y «los Aliados», con Estados Unidos, Reino Unido y Rusia, entre otros.

La Rosa Blanca fue un reducido grupo de jóvenes fundado en Munich en el verano de 1942. Este, liderado por los hermanos Sophie y Hans Scholl, abogaba por la resistencia no violenta contra el regimen nazi, con la finalidad de restaurar la imagen del ser humano en el corazón de los ciudadanos alemanes. Su forma de actuar, aparte de algunas pintadas antinazis en las fachadas de Munich, consistió sobre todo en la redacción y distribución de panfletos escritos a máquina denunciando al régimen. Con frases como «cualquier alemán honesto se avergüenza de su gobierno actual» o «un gobierno que comete los crímenes más horribles, crímenes que sobrepasan ilimitadamente cualquier medida humana»,  los miembros de La Rosa Blanca afirmaron que cualquiera que no actuara contra el gobierno era cómplice de los crímenes que se estaba cometiendo en Alemania y pidieron a la población que se organizara en una gran «resistencia pasiva».

En esta época, cualquier acto contra el régimen era brutalmente reprimido por la Gestapo (Geheime Staatspolizei, la policía secreta del Tercer Reich). Esta estaba al tanto de las actividades del grupo, pero era incapaz de frenar su expansión o descubrir la identidad de sus miembros, hasta que el 18 de febrero de 1943, los hermanos Hans y Sophie Scholl cambiaron su manera de actuar, sin saber que esto llevaría a La Rosa Blanca a su fin. Ese día, Hans y Sophie, decididos a distribuir panfletos en la Universidad de Munich como solían hacerlo, dejaron varios paquetes en los pasillos. Cuando estaban a punto de irse, Sophie vio que quedaban unas copias en su maleta y automáticamente se dirigió a lo alto de una de las escaleras que daban a un patio y las lanzó, sin darse cuenta de que Jakob Schmid, el bedel, la estaba mirando. Rápidamente, Schmid, que apoyaba al partido nazi, cerró las puertas de la facultad y comunicó a las autoridades el incidente. Los hermanos fueron arrestados y trasladados al palacio de Wittelsbach, el cuartel general de la Gestapo. Fueron interrogados durante varios días, pero se negaron a implicar al resto de integrantes del grupo, asumiendo todas las responsabilidades que el movimiento conllevaba. Fueron condenados por el Tribunal popular a muerte en la guillotina “por alta traición a la patria y por desmoralizar las fuerzas armadas al desobedecer y negarse a cooperar”. No aceptaron firmar ninguna retractación, ya que afirmaron haber actuado de acuerdo con su conciencia y por el verdadero bien del pueblo alemán.

"Desde las llamas de Beresina y Stalingrado los muertos nos convocan", fue el último panfleto lanzado por La Rosa Blanca.

Sus padres llegaron a Múnich exactamente en el momento en que se dictó la sentencia de muerte y pidieron verlos por última vez. Se les concedió, algo que nunca había sucedido durante el Tercer Reich. 

Sophie, de 21 años, fue la primera en ser ejecutada en la guillotina en el patio de la prisión de Stadelheim: la joven se enfrentó a la muerte con una sonrisa en los labios, hecho que sorprendió al verdugo, Johann Reichhart, que nunca había visto a nadie morir de esa manera.

Poco después, fue guillotinado Hans Scholl (24 años). Antes de ser decapitado, gritó: «¡Viva la libertad!» para que resonara en toda la prisión. Desde entonces, en un rincón del Cementerio de Múnich, en Stadelheim, descansan los dos hermanos. Las tumbas son dos cruces de madera oscura, unidas por brazo transversal.

Con la muerte de sus fundadores, La Rosa Blanca desapareció, pero sus palabras, la única arma que aquellos jóvenes idealistas emplearon contra el régimen nazi, no cayeron en el olvido. 

A día de hoy existen una serie de monumentos en conmemoración a La Rosa Blanca repartidos por todo Múnich. El más emotivo se encuentra  incrustado entre los adoquines del suelo frente al edificio de la Ludwig-Maximilians-Universität, en el mismo lugar en el que los hermanos fueron detenidos. Allí se pueden ver réplicas de bronce de los folletos de La Rosa Blanca, que cayeron al suelo en el momento en que la Gestapo les arrestaba.

La plaza donde se ubica el memorial lleva hoy el nombre de Geschwister -Scholl-Platz  («Plaza Hermanos Scholl»).

Los panfletos de La Rosa Blanca. Edición de Inge Scholl. Traducción, introducción y notas de Rosa Sala Rose. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2005.

Sophie Scholl. Los últimos días (Sophie Scholl. Die letzten Tage). 2005. Dirigida por  Marc Rothermund. Guión de
Fred Breinersdorfer

* Sara Gallego Bernabéu y Andrea Sabbatini Ramírez. IES Gregorio Prieto (1º de Bachillerato)

LA ROSA BLANCA